lunes, 11 de agosto de 2014

Falta de conexión

Últimamente siento que Nanel y yo estamos desincronizados... está contestón (más de lo normal), muy enfadica, y muuuuy soberbio...

Al principio lo achaqué a los celos (los celos, esa bendita excusa que parece que lo justifica todo)... con el ajetreo del curso es dificil pararse a darle vueltas al coco (tanto él como yo), las clases, el trabajo, las tareas obligadas por la tarde (algún recado, el parque, una quedada de amigos...), baños, cena y cama... no se para... Tal vez ahora pasa demasiado tiempo en casa, demasiado tiempo con su hermano, nota más las "diferencias" que hay entre ellos...

Pero esto viene de antes. Antes de que terminara el curso ya empezó a hablarnos mal (lo recuerdo porque pensé: ¿a quién estará oyendo hablar así...?, lo típico, buscando explicaciones fuera de casa).

Me gusta acudir a talleres de los denominados "Escuela de padres" (no soy madre por naturaleza, tengo que aprender de esto como de tantas otras cosas de la vida). Leo sobre diferentes formas de ver la crianza de los hijos. No me gustan los castigos, pero a veces exploto y castigo sin ton ni son... Los castigos me preocupan menos, no los considero muy educativos, pero sinceramente, a veces un castigo me parece impactante y efectivo. Lo que no me gusta es lo de explotar... perder el control de la situación (no te digo gritando como una posesa o arreando leches, simplemente perdiendo el control y siendo infantil y rencorosa). Por favor... que es un niño muy pequeñoooo. Se lleva dos años con su hermano, son los dos muy bebecitos (aunque su maestra diga que no, qué sabrá esa brujaaaaaaaaa... bueno, eso va en broma, que estoy muy contenta con ella).

Y lo que más me revienta es no entenderlo. A veces me olvido de que es un niño. Un niño con una lengua prodigiosa (empezó a hablar muy pronto, y siempre nos ha dejado impresionados con cómo se expresa)... y yo me olvido de que sigue siendo un niño, que no tengo que pedirle explicaciones porque muchas veces no sabe lo que le pasa (aunque ya me va diciendo cosas como que "es que estaba cansado mamá", "tenía sueño y por eso estaba enfadado" y mil cosas más que nos ha oído decir a nosotros en alguna ocasión). Sé que necesita más atención, y tal vez sea el momento ideal... Niñolapa ya no es tan niño lapa, está descubriendo su autonomía, los juguetes, los dibujos animados (ahhhh, ¡¡esto es un desproposito!!), ya no quiere tanta teta y ya quiere que le dejen un poco a su aire (madre mía, pero qué miedo da a veces... ¡subido en la mesa me lo he encontrado!, feliz de su logro con los cubiertos en las manos...).

Hay un montón de cosas que hemos dejado de hacer por falta de tiempo (y porque Niñolapa no nos dejaba...). Y yo no me doy cuenta porque voy a toda leche (y todavía intendo adaptarme a esta nueva situación, que me sobrepasa a veces, ¡un año no es suficienteeeee!). Tengo que prestarle más atención, intentar encontrar los detonantes de su actitud... estoy cansada de acercarme a él con pies de plomo, porque no sé cómo va a reaccionar, porque tan pronto estamos jugando como locos y tan contentos como que me suelta que se quiere ir de casa y que ya no me quiere como madre... ¡¡¡¡ayyyyyyyy!!!! (sí, no tengo que dejarme afectar, son tonterías, lo que quieras, pero me descoloca).

Ahora mismo estoy triste y frustrada, quiero volver a conectar con él, ¡y que deje de estar enfadado con el mundo!.




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