lunes, 13 de octubre de 2014

Descubriendo los microrrelatos

Y qué descubrimiento... qué entretenimiento fugaz y elaborado...

Y hablo de micro micro, no de relatos. Pequeñas mini porciones de literatura.

Le molestaba que su marido le pidiera que se abrochara los botones del escote. "Los hombres siempre le miran el sostén a las mujeres", insistía. Qué tontería. ¿A quién le iba a interesar la ropa interior de una ama de casa, con las chicas espectaculares que se ven por la calle o en las revistas de los quioscos? Sin embargo, un día sorprendió a un compañero de trabajo escuadriñando entre sus senos y al mismo tiempo comprendió que los clientes sólo le hablaban a sus pechos. De la incomodidad pasó a la resignación, luego se dió cuenta de que saberse deseada le hacía sentirse más segura, y finalmente resolvió desabrochase los ojales de la autoestima cada vez que salía de casa. Total, el único que no se daba cuenta de si su sostén era de seda, encaje o leopardo, era el lacio de su marido. Y la primera vez que se lo quitó al llegar al trabajo, sus botones dejaron de ser invisibles.

"Helarte de amar", Fernando Iwasaki. Ed. Páginas de Espuma

A veces, cuando duermo, soy tortuga y, con menos frecuencia, sigo siéndolo, después de despertar, durante todo un día. Es una chica sensible, dicen mis conocidos, y me palmean amablemente el caparazón, fingiendo no notarlo. El espejo, hipócrita y cordial, también me ofrece su ayuda, y yo misma podría olvidarlo si no se estremecieran las cobardes lechugas a mi paso.

"La Suereña" ("Cazadores de letras"), Ana María Shua. Ed. Páginas de Espuma

Pequeños bocaditos para cuando el tiempo es excaso... o para leer a montones.

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