viernes, 14 de noviembre de 2014

Estamos vendidas

Totalmente...

Nos han vendido a la madre perfecta... perfecta trabajadora, perfecta organizadora de su casa, amante esposa, devota, paciente y comprensiva madre (además de original, bonita, creativa, escultural...).

Yo estoy agotada... no cumplo ninguno de los requisitos, y lo que es peor, me siento en la necesidad de acercarme a todos. Y es que sales a la calle y no sé si será fachada, pero muchas madres/trabajadoras o no, se venden también así... y todo el mundo muy feliz y todo el mundo muy satisfecho de su vida.

Bueno, están esas madres y luego están las que se pasan el día quejándose de todo, madre mía, que parece que no podamos tener un término medio...

Un punto medio y sano en el que se te permita cierta flexibilidad para todo, porque de verdad que lo he intentado (y no pretendo justificar mis fallos), pero hay momentos en que la realidad se impone. Y es abrumante...

Y que conste que me considero predispuesta a la felicidad, y no sé de dónde lo habré sacado (en serio que no lo sé), pero creo que he tenido mucha suerte y es algo muy positivo. Pero las noches sin dormir, las personas ansiosas a mi alrededor, los picos extraños y brutales de trabajo, los niños demandantes y los kilos... se me escapan de las manos....

Me sienta genial salir a pasear con las amigas (Power walking le llaman, yo intento seguir el ritmo de pies y manos, pero a veces me pierde la charla/despelleje/desahogo)... yo creo que es lo que me pasa esta semana, que no he quedado ningún día, y siempre me sienta muy bien, vuelvo revitalizada (aunque no haya dormido), con la mente clara y el cuerpo cansado (pero de ese cansancio sanote que da tanto gusto). Una horita, no pido más... pero a veces ni eso (y cuando es por pereza ya tiene delito ayyyyysssss).

Hoy no estoy yo muy fina....

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